COLUMNISTAS
El ruido de la calle

Populismo o hipnosis

A pesar de la inmigración y de los separatismos que sí abusan de la etiqueta, no han triunfado los partidos xenófobos y antieuropeos

Populismo o hipnosis
Ulises Culebro
PREMIUM
Actualizado

De Trump y de Pedro Sánchez se ha dicho de todo, incluso cosas exageradas. De uno se ha escrito que, como no tiene ideología, abusa del populismo. Aunque él mismo ha dicho que el populismo acaba en la Venezuela de Chávez con las cartillas de racionamiento. En España, el presidente del Gobierno ha atacado a la prensa y a los jueces, que son las armas contra el populismo, para defenderse de las acusaciones a su familia. Dijo que había sido un error calificar a Podemos de populista mientras acababa con ellos; se agarra a que la economía va como una moto cuando no se lo preguntan para tapar las cosas que van mal, aunque no abusa siempre de ese turbión, como casi todos los que se apoyan en la retórica oportunista. A veces se sirve de la demagogia, como cuando dijo que menos lamborghinis y más transporte público. La vieja guardia le acusa de no ser socialdemócrata y de llevar una deriva populista sin darse cuenta de que ha acabado con su izquierda, que es el papel de un verdadero socialdemócrata. Quiere controlar las redes sociales, que no suele ser una de las intenciones de los populistas.

Hace unos años, algunos partidos practicaban ese moralismo falso que aquí no ha terminado de colar. A pesar de la inmigración y de los separatismos que sí abusan de la etiqueta, no han triunfado los partidos xenófobos y antieuropeos. Con alguna excepción. A los populistas, se les describe como hipnotizadores sociales, mentirosos, egocéntricos mesiánicos y manipuladores que usan la demagogia para movilizar a la población a través de liderazgos carismáticos que se sirven del odio para despertar a la gente. Formarían parte de esa pandilla desde Maduro hasta Trump, que se parece más al Viktor Orban de Hungría, un político autoritario y racista. La gente describe a Trump como populista y no lo es siempre, aunque siempre es megalómano.

Putin no necesita ser populista porque puede cargarse a la gente que le estorba y Trump es populista en la campaña electoral. Según Paul Krugman, no actúa como un populista de verdad. Se dirige a las personas blancas sin título universitario, que le corresponden con adoración. Está con los ricos y les va a bajar los impuestos. No es partidario de esa ideología arcaica, milagrera. Deja para el Cono Sur el populismo, que allí llaman socialismo del siglo XXI.