No hace mucho que Antonio Banderas estuvo en El Hormiguero. Fue al principio de temporada. El actor acudió a presentar su último musical, Gipsy, y enmudeció a Pablo Motos e hizo llorar a su compañera, la actriz Marta Ribera. Anoche regresó con la excusa de que Gipsy llega a Madrid tras su paso por Málaga. Esta vez no hubo lágrimas ni se hizo el silencio, pero, aunque no los hubiera, Antonio Banderas volvió a demostrar que la voz de la experiencia es el mayor valor que puede tener uno, siempre y cuando sepa uno lo que dice. Antonio Banderas lo sabe.
Desde que tuvo el infarto, Antonio Banderas es una persona completamente diferente. No hay nada como ver la cuchilla de la guadaña de la parca para que uno se dé cuenta de lo que es la vida. Antonio Banderas se dio mucha cuenta. Dice que el infarto fue "de las mejores cosas que me han pasado en la vida, porque a veces necesitamos un bofetón para ver las cosas realmente importantes y descubrir lo que nos hace felices". A Antonio Banderas le hace feliz su Broadway particular, sus proyectos, sus restaurantes, su amor por las artes escénicas... Pero no fue sólo eso lo que le dio el infarto.
Antonio Banderas es una voz calmada y sincera que dice las cosas como las piensa sin censurarse ni coartándose por lo que luego pueda pasar. A él, con gilipolleces, no. No está para eso, pues del infarto también aprendió que lo que no le gustaba de su vida anterior al "bofetón" se iba a ir al contenedor. Y que había que vivir sin miedo, pero también sin silencio. "Lo que uno no puede hacer es morir en vida", sentenció anoche cuando Pablo Motos le enumeró las decenas de cosas que tiene en marcha. Vivir, en definitiva, pero eligiendo cómo hacerlo.
El actor eligió vivir a su manera, disfrutando de cada regalo que le da la vida. Por eso, monta musicales en los que trabaja a pérdidas, en los que sólo con la venta de entradas le da para pagar a la compañía (30 actores, 18 músicos y 45 técnicos "que comen, tienen casa, coches y nóminas"). Su inversión inicial siempre la pierde. No le importa. El teatro es para él de esas cosas que le dan la felicidad. Cueste lo que cueste. Sabe que después hace una película en Hollywood y compensa. Eso sí, ahora hace las películas que quiere hacer. "Podría hacer las cosas de otra manera y ganar dinero, pero prefiero hacerlas como quiero", queda dicho.
La "verdad" de Antonio Banderas
Y es que, para Antonio Banderas, además de un espectáculo, el teatro es "verdad". Un "refugio para la verdad". "Hay diferentes verdades en el teatro que dependen de la ideología del autor o del creador, pero hay una verdad objetiva, y es un grupo de personas que se sientan y unos escuchan la historia de otro. Y eso, con todo lo que está pasando ahora mismo en el mundo, con todas las mentiras, es muy necesario".
Fue el primer aviso de lo que iba a venir después. Antonio Banderas, como le señaló Pablo Motos, conoce muy bien a los americanos. Lleva años trabajando en ese mundo de oropel, alfombras rojas y súper producciones. De hecho, además de sus musicales, Antonio Banderas también estrena película, Paddington. Aventura en la selva, en la que hace del capitán de un barco que lleva y trae a gente y que tiene detrás una historia que se va descubriendo a lo largo de la película. "Convive también con su hija y se ve obligado a elegir entre su avaricia y el amor a su hija", explicó. Una película infantil, las cuales le fascinan, pero también una película, como en otras muchas en las que participado, en la que se plantó.
Antonio Banderas aceptó el papel con una condición, había que cambiar el guion. El motivo, que en el mundo anglosajón los hispanos "siempre somos los malos". "Me molestó y dije "acepto el papel si se cambia el final", afirmó. "Los actores afroamericanos o hispanos hemos estado siempre relegados al papel de los villanos. Eso ha ido cambiando, pero cuando yo llegué a EEUU me dijeron que me acostumbrara. Unos años después yo llevaba una capa, un antifaz (El Zorro) y el malo era rubio y hablaba perfectamente inglés". Ahí queda eso. Hay que tenerlos muy bien puestos.
Por este tipo de cosas le gustan tanto hacer películas infantiles, pues para Antonio Banderas las películas infantiles tienen "dos aspectos fundamentales": "divertirlos y educarlos". "Que El gato con botas hablara con un acento juega un papel en el cerebro de los niños, un papel muy importante en el futuro. Hay que cuidar a esos personajes para que los padres se sientan seguros a la hora de llevar a los niños al cine". Lo pudo decir más alto, pero no más claro. O no, más bien no, porque a Antonio Banderas no le hace falta decir las cosas a voz en grito para demostrar que lo que dice es importantísimo.
Él sabe de la importancia de la cultura en el desarrollo de todo ser humano. A través del cine se enseña, pero también se ordena y se manipula. Si un niño desde pequeño ve y escucha que los malos siempre son negros o personas hispanas con acento, cuando crezca en su subconsciente se habra forjado la idea de que ellos son los malos. Es la semilla del racismo. Si, por contra, el niño ve a El Zorro, al héroe, con su acento, con sus rasgos, la mente del niño no habrá grabado que los hispanos siempre son los malos. Qué sencillo parece y qué difícil es de que nos demos cuenta.
La sinceridad de Antonio Banderas: ni Trump ni Maduro
Tal vez por ello, cuando anoche Pablo Motos le preguntó por cómo veía la victoria de Donald Trump, él que conoce muy bien a los americanos, Antonio Banderas no se lanzó a soltar un speech sobre las maldades de Donald Trump, sino que lo lanzó y sumó lo que a veces a muchos se les olvida sumar, que en la vida no todo es blanco ni negro, que el mal está en un lado y en el otro, y que estamos en un letargo en el que cada vez no es más difícil levantar la cabeza y mirar al horizonte y, sobre todo, a los lados.
"¿Tienes una explicación lógica de por qué ha arrasado Trump?", le preguntó Pablo Motos. "Difícil responder", le contestó Antonio Banderas. Pero sí, sí que la tiene. "Probablemente sea el dinero. Además, su victoria corresponde a un patrón de cosas que están pasando en el mundo entero de un lado y de otro. Es realmente peligrosa la situación porque se ha polarizado tanto de izquierdas como derechas. No entiendes que Trump haya llegado al poder, pero tampoco entiendes que Nicolás Maduro siga. Cada vez dan más miedo este tipo de políticos que tenemos a nivel mundial. Este hombre ha entrado como un elefante en una tienda de cristales. Se ha pasado de frenada hasta de su propio programa electoral", denunció el actor. Vuélvelo a leer.
Pero lo peor para Antonio Banderas no es esto, es que el resto del mundo no sepa responder. Puso de ejemplo el actor, la noticia de este miércoles en la que Donald Trump culpaba a Ucrania, el invadido, de su propia invasión. Y lo dijo alto y claro: "Es complicado que no se producen reacciones. Europa se ha quedado con cara de panoli sin saber qué responder".
No le hizo falta a Pablo Motos seguir por ese camino. Hay cosas más agradables, esas que Antonio Banderas no tira al contenedor de lo indeseable. La boda de su hija, por ejemplo; la "ilusión" de que se case con "un chico que conoce desde parvulitos". Porque para Antonio Banderas el quién no importa, lo importa es el qué: "Yo lo único que quiero para mi hija es que la quieran. Lo demás me importa un pito".