Me esperé mucho para escribir de este tema porque creo que aquí tenemos algo demasiado importante.
Me refiero al descubrimiento del Rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco.
La primera vez que me enteré de esto, recuerdo con absoluta claridad, que exhalé aliviado y que le dije a la persona con la que estaba: ¡Bendito sea Dios!
¿Por qué? Porque he estado cerca de familias buscadoras. De madres y hermanas. Porque he hablado con ellas. Porque hasta las he entrevistado.
¿Y cuál ha sido siempre el común denominador? Que lo que ellas quieren es tener un resto para enterrar, para rezarle, para poder seguir viviendo.
El caso está en que supe lo del Rancho Izaguirre, me puse a hacer otras cosas y varias horas después regresé a las redes y a los medios de comunicación. ¿Y con qué me encontré?
Con que aquello, era, literal, el Auschwitz mexicano, el Ayotzinapa de Claudia Sheinbaum. Con que Donald Trump tenía razón. Con que todo esto es culpa del gobierno federal.
A todas las redes y a todos los medios se les olvidó Sinaloa y se fueron para allá. Nadie vio “La mañanera del pueblo”. Nadie escuchó a la presidenta. ¡Comunicadores gritando! ¡Periodistas profesionales bufando! ¿De qué me perdí?
De dos fenómenos. El primero, político. El segundo, comercial.
Hablemos de lo político: la Cuarta Transformación tiene pocos enemigos, pero muy poderosos. Son los que dejaron de recibir los beneficios de los gobiernos neoliberales.
En cuanto ese puñado de empresas, en cuanto ese puñado de comunicadores, supieron de esto, adaptaron la nota para ponerla de su lado, atacar a la presidenta y convencer al público de que vivimos en el infierno.
Esto es lo político. Vayamos ahora a lo comercial: como usted sabe, por mil y un razones, los medios tradicionales viven una de las peores crisis económicas de su historia.
Medios y redes compiten con violencia. Ocurrió lo del rancho y se entregaron al sensacionalismo, a la exageración, al drama, a la conspiración y a muchas cosas peores para jalar “rating”, “views”, “likes” y opiniones.
Si juntamos lo político con lo económico, el resultado es una bomba nacional e internacional porque, le recuerdo, en otras partes del mundo mueren por ver que caiga la Cuarta Transformación y también se la están pasando mal con los números.
¿Qué se hace en estos casos? Lo más fácil es lo que han hecho nuestros medios públicos: que si la mesa de análisis, que si el “detector de mentiras”, que si la prensa vendida.
Yo creo que hay que enfriar la cabeza, ir más allá y comenzar a tomar en cuenta a quienes nunca juegan en esta clase de historias: las audiencias.
Hay que entender al público. Hay que conocerlo. Y lo más importante de todo, hay que atenderlo.
La gente no es tonta. La gente no necesita que le recuerden lo que vivimos en los sexenios de AMLO, de Peña Nieto, de Calderón, Fox y más para atrás.
La gente no necesita que le recuerden de qué empresario es cada red, de qué deudor es cada medio ni cuáles son los intereses de cada comunicador.
Lo que la gente necesita es respeto, tantita vergüenza, tantita dignidad.
Los conservadores quieren ver contenidos conservadores. Los chairos quieren ver contenidos chairos.
Queridos conservadores: ¿podrían ser menos obvios en sus ejercicios de desesperación por convencer a los chairos de que están equivocados?
Queridos chairos: ¿podrían ser menos obvios en sus ejercicios de desesperación por convencer a los conservadores de que están equivocados?
No sé usted, pero la cantidad de barbaridades que he visto desde que se supo esto es como para hacer un show de comedia.
¿Me creería si le dijera que un canal muy importante sacó la nota así, para abrir noticiario, de que el turismo había caído en Teuchitlán a raíz del descubrimiento del Rancho Izaguirre?
Perdón pero yo no sabía que Teuchitlán era el Cancún de Occidente, que estaba lleno de resorts y que nuestro producto interno bruto dependía de la derrama turística que ahí se generaba.
Pero espérese, se pone más “divertido”. ¿Me creería si le dijera que los “periodistas” que produjeron la película que le mintió a la gente sobre lo que sucedió en Ayotzinapa fueron los primeros en afirmar que el Rancho Izaguirre era el Ayotzinapa de Claudia Sheinbaum?
El chiste se cuenta solo. Y las audiencias lo saben.
¿En qué me baso para decirle esto? En lo que muestran las encuestas, las encuestas de verdad.
Nada de lo que las redes y los medios han manipulado, nada de lo que las redes y los medios han exagerado, ha disminuido ni un poquito la popularidad de nuestra presidenta.
¿Se da cuenta? Las audiencias saben. Las audiencias mandan. Las audiencias recuerdan.
De nada le sirvió a todas las instancias y a todas las personas que trataron de jugar con esto.
Ojalá que algún día lo entendamos y, cuando pasen estas cosas, digamos lo que se tiene que decir. No lo que creemos que nos va a beneficiar. ¿O usted qué opina?